domingo, 24 de julio de 2011
Un angel, el que está a mi lado.
Todos tenemos a una persona que ve por nosotros, que se preocupa y que nos saca de apuro. Yo tengo varios ángeles a mi alrededor y me gustaría decírselos. Mientras les mando un abrazo. Felicidades por el 20 de julio. Fiesta Nacional.
NO ME OLVIDE DE USTEDES. EDGAR ALLAN POE
EL CORAZON REVELADOR. ¿Fragmento de Cuento
"De veras. Soy muy nervioso. Trmendamente nervioso. Lo he sido siempre, pero Pero por qué decís que estoy loco. La enfermedad ha aguzado mis sentidos, pero no los he destruido ni emboscdo. De todos ellos, el más agudo era el del oido. Y he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra y bastantes del infierno. Cómo entonces he de estar loco. Atención. Observad con qué salud, con qué calma puedo contaros toda esta historia.
Es imposible explicar cómo la idea penetró originariamente en mi cerebro. Pero, una vez, concebida, me acosó día y noche. Motivo, no había ninguno. Nada tenía que ver con ello la pasión. Yo quería al viejo. Nunca me había hecho daño. Jamás me insultó. Su oro no despertó en mí la menor codicia. Creo que era su ojo. Sí, ésto era. Uno de sus ojos se parecía al de un buitre. Un ojo azul pálido, con una catarata. Cuantas veces caía ese ojo sobre mí se helaba mi sangre. Y así, lentamente, gradualmente se me metió en la cabeza la idea de matar al anciano y librarme para siempre, de este modo, del ojo aquel.". Rosy Delgado
"De veras. Soy muy nervioso. Trmendamente nervioso. Lo he sido siempre, pero Pero por qué decís que estoy loco. La enfermedad ha aguzado mis sentidos, pero no los he destruido ni emboscdo. De todos ellos, el más agudo era el del oido. Y he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra y bastantes del infierno. Cómo entonces he de estar loco. Atención. Observad con qué salud, con qué calma puedo contaros toda esta historia.
Es imposible explicar cómo la idea penetró originariamente en mi cerebro. Pero, una vez, concebida, me acosó día y noche. Motivo, no había ninguno. Nada tenía que ver con ello la pasión. Yo quería al viejo. Nunca me había hecho daño. Jamás me insultó. Su oro no despertó en mí la menor codicia. Creo que era su ojo. Sí, ésto era. Uno de sus ojos se parecía al de un buitre. Un ojo azul pálido, con una catarata. Cuantas veces caía ese ojo sobre mí se helaba mi sangre. Y así, lentamente, gradualmente se me metió en la cabeza la idea de matar al anciano y librarme para siempre, de este modo, del ojo aquel.". Rosy Delgado
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